POSEEDORES DE CÁMARAS PRIVADAS EN FUNCIONES UNIVERSALES

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA
“Hace tiempo era mi sueño un micrófono particular, pero necesitaba estar curado de las inquietudes viajeras para dedicarme a ese sagrado ostentorio de las palabras. Hoy ya tengo establecido el micrófono de mis ilusiones y me siento como sacerdote de la diosa radio, esa diosa ante la que me posterné hace años, desde el día de su advenimiento.”
Ramón se anunciaba con estas palabras como “poseedor de un micrófono privado en funciones universales” justo cuando Unión Radio instaló en su despacho particular un micrófono privado el 2 de noviembre de 1930. Desde él, este “cronista de guardia” lanzaría noticias de última hora, comentaría todo aquello que le sugeriría la actualidad, hablaría acerca de las impresiones fugaces de una carta recibida aquel día, realizaría lecturas de algunas páginas de extraordinarios libros considerados así por él, emitiría necrológicas de personas carismáticas fallecidas, pincharía la música de discos regalados, mantendría conversaciones sin aire de entrevistas con visitantes que entraban en su despacho, etc.
De este modo, este pionero micrófono íntimo, capaz de intervenir en las emisiones radiofónicas nacionales, recogía la confesión más íntima de su autor:
“Con este micrófono en la soledad y en el silencio de la casa donde vivo solo, la confesión periodística y literaria habrá llegado al máximo de la intimidad. El diario del escritor se habrá sobrepujado, convirtiéndose en un género nuevo. La confesión, la glosa, el comentario tembloroso de una emoción recién experimentada tendrán un ambiente reservado meditativo, casi de voz de la conciencia en vela, brotando de la espontaneidad del silencio a la amplitud del mundo como supremo grito de agonía, como trémula inspiración sin retardos ni intermediaciones.”
Para Ramón, el micrófono posee una importancia vital, especialmente por su capacidad no solo de captar las emociones del conferenciante, sino también de absorber el ambiente de alrededor. Incluso en ocasiones, esta percepción del entorno era filtrada a través de la personalidad del propio Ramón mediante descripciones que glosaban “el color del día extraño, la nevada cuando esté poniendo quejadas blancas en las ondas, la impresión de una de esas lunas que no se parecen a las demás noches, el cometa que acaba de cruzar por el cielo, todo lo que se vea por mi balcón, lo recién presenciado o lo recién sucedido.”