El capítulo sexto de la famosa novela cervantina El Quijote relata un conocido episodio donde el cura y el barbero prendieron fuego a las novelas de caballería del ingenioso hidalgo. Con este referente fue justificada una dramática quema de libros en el huerto de la Universidad Central de Madrid (hoy la Complutense) el 30 de abril de 1939, mientras se alzaba a voces el himno del “Cara al sol” entre sus precursores fascistas. Ardieron libros de Sabino Arana, Rousseau, Karl Marx, Voltaire, Lamartine, Maksim Gorki, Remarque o Freud, entre otros.
En el ámbito de la ficción, la quema de libros está presente en pasajes literarios y fílmicos, como es la novela Farenheit 451 de R. Bradbury, adaptada posteriormente al cine de la mano de Truffaut. Curiosamente, el primer libro que aparece en la película de Truffaut, descubierto durante el rastreo de una casa por el ejército de bomberos (en la novela, convertidos en destructores de los libros), es El Quijote.
La memoria ignífuga pretende, a partir del solapamiento de ambas ficciones (imágenes de la película de Truffaut y fragmentos del capítulo de El Quijote), hablar de una realidad histórica como es la quema de libros en nuestro país.
La memoria ignífuga fue presentada en la sala de la bodega de la Fundación Gabarrón en Mula, comisariada por Juan G. Sandoval y Olga R. Pomares.